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La educación artística, una herramienta de inclusión en el aula

Diana Ivette Regalado Soto
Universidad Autónoma de Aguascalientes

Actualmente son más los padres de familia que deciden truncar la educación básica de sus hijos por falta de empatía e inclusión. La educación artística provee al docente de herramientas pedagógicas que se asocian al buen desenvolvimiento social, cultural y cognitivo en los niños con situaciones vulnerables en etapa escolar.

La educación es un derecho humano y pilar de toda sociedad en desarrollo, que conlleva a la adquisición de diversos conocimientos que se refuerzan durante toda nuestra vida a través de experiencias y vínculos creados a lo largo de la misma, dando como resultado la integración del ser en sociedad. Desde este punto, podemos deducir la importancia de que la educación deba llegar a cada rincón del mundo, lejos de exclusiones, racismo o violencia, y estar siempre a disposición de todos los interesados sin importar su condición social, política, racial o discapacidad física o intelectual.

La inclusión en la educación brinda a los integrantes de las sociedades marginales y personas con discapacidades diferentes un abanico de oportunidades que van desde los aprendizajes cognitivos propios de la objetividad académica, hasta el desarrollo de habilidades sociales y afectivas que impactarán profundamente en su carácter y personalidad como adulto. Pero ¿qué sucede cuando el sistema escolar no es compatible con una enseñanza inclusiva? Por ejemplo, seguramente todos tuvimos algún compañero en clase que le era muy notoria alguna discapacidad o incluso que pertenecía a alguna etnia, ¿cuál era nuestra reacción?, ¿realmente importaba si aprendía o no?, ¿qué hacía yo para ayudar? Seguramente las respuestas estarán mediadas detrás de un gran filtro y decir: “éramos niños y no teníamos ni idea de lo que sucedía”, pero realmente no existía el interés por integrar a estos niños ni mucho menos hablar de inclusión, diversidad o multiculturalidad dentro de las aulas ni de los núcleos familiares.

En la actualidad, las instituciones educativas han abierto sus aulas para todos tras el concepto de “integración educacional”, que involucra la aceptación de cualquier persona al sistema educativo, sin importar que el alumno llegase a tener un aprendizaje como el de sus pares. Realmente la inclusión va más allá de la simple aceptación, el proceso inclusivo lo puedo describir como la gran bola de nieve que se forma de apoco y conforme avanza va creciendo llegando a ser realmente poderosa, impactando a cualquiera que esté a su paso; asimismo, hablando propiamente de la situación académica, podríamos comenzar con la siguiente propuesta:1

a) Ajustes en los programas educativos que involucren momentos para trabajar la inclusión.

b) Capacitaciones pedagógicas que doten de estrategias al docente desde su formación profesional y durante su tiempo laboral.

c) El uso de herramientas tecnológicas que permitan el acceso a la información ante cualquier situación vulnerable (etnias, lenguaje, sordera, ceguera, retraso intelectual, entre otros).

d) Creación de espacios y momentos que sean afines a la inclusión, donde los alumnos se convierten en colaboradores activos en la integración social y desarrollo de vínculos afectivos.

e) Establecer comunicaciones efectivas que involucren a los maestros, padres de familia y alumnos para lograr trascender la información y los aprendizajes adquiridos a través de las generaciones.

Si bien pareciera que el papel más importante recae en los docentes, es un tema que a todos nos compete, pues de llevarse a cabo tendríamos por resultado un sistema educativo en constante actualización, y una sociedad más empática donde todos gozaríamos de las mismas oportunidades educativas.

En mi experiencia como docente y madre de un niño con autismo en edad escolarizada, he aprendido que no todas las asignaturas permiten el desenvolvimiento social del infante, hay algunas que requieren de un trabajo meramente personal para su comprensión y existen otras, como la educación artística, donde la parte medular radica en la expresión, comunicación y socialización del alumno a través de creaciones propias, creativas e innovadoras. Las diferentes disciplinas artísticas (música, danza, teatro, pintura, etc.), no son solamente el momento de “dispersión mental”, pues han existido desde épocas prehistóricas a través de la pintura, la danza, la música y poco después el teatro, con los mismos objetivos que se tienen hasta el día de hoy, expresar y pertenecer.

Si llevamos este principio fundamental a las aulas escolares, descubriremos que la asignatura de Educación artística es el momento ideal para trabajar la inclusión, el compañerismo y el trabajo en equipo bajo los valores de empatía y respeto, pues la bondad de las artes permite incluso involucrar el juego a través de la música, la danza, el teatro y las artes visuales para la creación de obras donde el infante pueda encontrarse a sí mismo y externar sus deseos a sus compañeros y a la misma sociedad, experimentando sentimientos, destrezas y habilidades de manera colectiva, llegando a crear vínculos afectivos.

Es un reto tanto para el alumno como para el docente mejorar las estrategias educativas para formar nuevas sociedades donde rechacen la indiferencia, y promuevan un entorno de actitudes positivas y empáticas.

“Si enseñamos a los niños a aceptar la diversidad como algo normal, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia” Daniel Comin.

1 La propuesta va dirigida preferentemente a los programas educativos encaminados a la primera y segunda infancia (1-7 años), donde se busca la socialización, desarrollo del lenguaje y expresión comunicativa en los niños.

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