La crisis de la civilización que marca nuestro tiempo plantea a las instituciones de educación superior (IES) retos sin precedentes que las obligan a reconsiderar su función en la sociedad, cuestionar y reorientar sus procesos de generación y aplicación del conocimiento, así como repensar la formación profesional. Para responder a esos desafíos, las IES requieren transformar la educación superior preparando ciudadanos y profesionistas críticos, capaces de actuar como motores de cambio para construir modelos civilizatorios basados en una nueva relación de la sociedad con la naturaleza. Esto conlleva importantes implicaciones ontológicas, epistemológicas, pedagógicas y estructurales; entre ellas, trascender el pensamiento fraccionado y la separación entre el conocimiento científico y las humanidades, amén de considerar los paradigmas de la complejidad y la interdisciplina, todo ello al amparo de una nueva ética fundada en la justicia, la democracia, la solidaridad y el respeto a la naturaleza.